Hoy finalizamos esta serie interesante sobre el evangelio verdadero abarcando un punto fundamental que no puede faltar en nuestro entendimiento y en nuestra predicación.
Una vez los corazones han sido expuestos a todo lo estudiado anteriormente, es decir, a todo lo que dice la Escritura sobre Cómo es Dios, La verdad sobre el hombre y La Buena Noticia, Dios demanda de todas las personas lo siguiente: Arrepentirse de sus pecados y creer en el evangelio. Esta es la respuesta que Él espera de nosotros ante su maravillosa gracia revelada en la persona y obra de Cristo. El evangelio de Marcos nos relata que, al ser arrestado Juan el Bautista, Jesús inaugura su ministerio en Galilea predicando el evangelio del Reino de Dios, exhortando a sus oyentes con lo siguiente:
Arrepentirse de sus pecados.
No hay proclamación fiel del evangelio sin un llamado al arrepentimiento. No hay entendimiento claro del evangelio sin arrepentimiento. Todo el contenido del evangelio nos debe llevar a una profunda convicción de lo horrendo que es nuestro pecado ante el único Dios Verdadero.
Cuando leemos las páginas de nuestra Biblia y, por la gracia de Dios, vemos a Cristo Jesús crucificado con los ojos de nuestro entendimiento, esto debería producir una imagen en nuestra mente de la aterradora oscuridad que habita en nuestros corazones corruptos, así como del rechazo de Dios por el pecado. Es imposible que habiendo entendido esto seamos indiferentes al pecado, ¡deberíamos llorar de dolor que por nuestra maldad, el Autor de la vida y de toda bondad, tuvo que morir en nuestro lugar! El predicador Inglés Charles Spurgeon dijo una vez: Si Cristo murió para salvarme de mis pecados, yo no puedo jugar con el pecado que mató a mi mejor amigo.
El arrepentimiento es la respuesta adecuada al evangelio. Esta demanda se repite una y otra vez en cada predicación de los apóstoles. Solo en el libro de los Hechos encontramos los siguientes versos:
- Pedro contestó: —Cada uno de ustedes debe arrepentirse de sus pecados y volver a Dios, y ser bautizado en el nombre de Jesucristo para el perdón de sus pecados. Entonces recibirán el regalo del Espíritu Santo (Hechos de los Apóstoles 2:38 NTV).
- Ahora pues, arrepiéntanse de sus pecados y vuelvan a Dios para que sus pecados sean borrados (Hechos de los Apóstoles 3:19 NTV).
- En la antigüedad Dios pasó por alto la ignorancia de la gente acerca de estas cosas, pero ahora él manda que todo el mundo en todas partes se arrepienta de sus pecados y vuelva a él (Hechos de los Apóstoles 17:30 NTV).
Creer en el evangelio
No hay proclamación fiel del evangelio sin un llamado a creer en el contenido de su mensaje. No hay entendimiento claro del evangelio sin tener fe en este mensaje. Muchas personas piensan que creer es solo afirmar que cierta información es válida, pero tal cosa no es la forma de creer a lo que la Escritura nos llama. Si así fuera, no encontraríamos en la Biblia un versículo tan estremecedor como este:
Creer no es memorizar información correcta de la Biblia, no es saber todos los contextos históricos de los personajes bíblicos, no es conocer todas las doctrinas de la Escritura ni es responder correctamente a cualquier cuestionario o examen sobre Jesús y los discípulos. Creer en el evangelio es más que todo esto. Creer en el evangelio significa que toda tu vida será afectada por el mensaje que tiene el poder de rescatarnos de la muerte y de la esclavitud del pecado. Creer en el evangelio es que nuestras vidas son totalmente transformadas por el Dios del evangelio.
Consideremos un ejemplo sencillo para comprender esta verdad tan profunda. Digamos que vives cerca de un volcán activo que tiene el poder de destruir el pueblo dónde vives, y que en el noticiero de la noche se anuncia que mañana temprano hará erupción. Si crees en ese mensaje, estoy seguro de que no irías a lavarte los dientes, acostarte en tu cama y luego dormir sin ninguna preocupación al respecto. Lo más probable es que buscarías todo lo indispensable de tu casa, pondrías todo aquello en una maleta, tomarías contigo a tus familiares (y tal vez a tus mascotas) y saldrías lo más pronto posible de aquel pueblo para estar a salvo. ¡Ese mensaje afectaría tu vida, tu tiempo y tus prioridades! De la misma manera sucede cuando decimos creer en el evangelio.
Es imposible que la vida de aquella persona que dice creer en el evangelio no haya sido afectada. El evangelio pondrá de cabeza todo lo que habíamos soñado, buscado y atesorado que no glorifica a Cristo, porque ahora ya no vivimos para nuestra propia gloria sino para glorificarlo a Él. Es por esto que la vida de la persona que ha creído en el evangelio vivirá, no solo sabiendo lo que dice la Escritura, sino a través de una vida de obediencia hacia ella. En todo el Nuevo Testamento, Jesús y los apóstoles repiten una y otra vez que el resultado de creer en el evangelio será una vida que produce frutos evidentes de obediencia a Dios:
- Puedes identificarlos por su fruto, es decir, por la manera en que se comportan. ¿Acaso puedes recoger uvas de los espinos o higos de los cardos? Un buen árbol produce frutos buenos y un árbol malo produce frutos malos. Un buen árbol no puede producir frutos malos y un árbol malo no puede producir frutos buenos. Por lo tanto, todo árbol que no produce frutos buenos se corta y se arroja al fuego. Así es, de la misma manera que puedes identificar un árbol por su fruto, puedes identificar a la gente por sus acciones (Mateo 7:16–20 NTV).
- Queridos hijos, no dejen que nadie los engañe acerca de lo siguiente: cuando una persona hace lo correcto, demuestra que es justa, así como Cristo es justo. Sin embargo, cuando alguien sigue pecando, demuestra que pertenece al diablo, el cual peca desde el principio; pero el Hijo de Dios vino para destruir las obras del diablo (1 Juan 3:7–8 NTV).
La fe y el arrepentimiento son las respuestas que Dios espera (y demanda) de todos para poder recibir su regalo de gracia y salvación infinita. Cristo es El Rey Victorioso. Él vino a este mundo para tomar nuestro lugar, morir por nuestros pecados, y resucitar al tercer día para vencer por siempre a la muerte; ascendió a las alturas, le fue dado el Nombre que es sobre Todo Nombre y la potestad sobre todos los cielos, mundos y criaturas ¿No es acaso razonable que nos arrepintamos de nuestras rebeldes maneras de vivir y creamos completamente a la veracidad de sus palabras?