UNIDAD EN TIEMPOS DE DIVISIÓN

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Con un reciente despertar por el estudio de la Palabra y la influencia de las doctrinas de la Reforma Protestante en América Latina, se ha visto un gran progreso en la estructura, predicación y teología de muchas iglesias en esta región. Sin embargo, dónde aún es visible la falta de madurez hoy día, es en la manera como algunos creyentes abordan y conviven con hermanos que piensan o tienen convicciones diferentes, y hemos de resaltar que esto aplica para aquellos que consideramos realmente hermanos en la fe.

¿Quiénes son nuestros hermanos en la fe?

La Biblia nos muestra que el Señor Jesús tiene solo una iglesia. Una iglesia diversa, conformada por personas de toda lengua y nación; un pueblo por el cuál Él derramó Su vida como un precio por su rescate; un solo cuerpo que es Su representante en el mundo visible. En su carta a los efesios, el apóstol Pablo invita a la iglesia a considerar la unidad reflexionando en estas verdades:

Hagan todo lo posible por mantenerse unidos en el Espíritu y enlazados mediante la paz. Pues hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, tal como ustedes fueron llamados a una misma esperanza gloriosa para el futuro. Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, y un solo Dios y Padre de todos, quien está sobre todos y en todos, y vive por medio de todos. (Efesios 4:3-6 NTV énfasis añadido)

Básicamente, son hermanos en la fe aquellos que comparten la misma fe, la misma esperanza, el mismo bautismo y la misma adoración al Dios Trino, revelado claramente en las Sagradas Escritura. Estos hermanos son parte del mismo cuerpo al que pertenecemos nosotros, quienes creen y viven estas verdades, conformando así la iglesia de Cristo. Para Pablo era importante, igual que para nosotros hoy día, reconocer que hay verdades y doctrinas esenciales que sustenten la verdadera comunión y unidad espiritual en la iglesia. 

Doctrinas innegociables.

Hay doctrinas esenciales para la práctica de nuestra fe que son innegociables, las cuáles, si son puestas en riesgo o desacreditadas, existirá una razón digna para causar división y contienda a favor de ellas (Judas 1:3). Pero, hay otras, que sencillamente no lo son.

Identifiquemos solo algunas de estas doctrinas que son esenciales y sin las cuales es imposible que exista la misma confesión de fe que profesa la Escritura:

  • Jesús es Dios (Juan 1:1, 3, 14).
  • Jesús es Creador (Colosenses 1: 16-17).
  • Dios es Trino (Mateo 28:19)
  • Salvación solo por gracia (Romanos 3:22-25)
  • Salvación solo por fe (Romanos 1: 16-17)
  • La Escritura es la única autoridad, regla de fe y conducta (2ª Timoteo 3: 16 -17)

Faltan por mencionar muchas otras, pero como se puede observar, quitar solo una de ellas significa corromper o manchar todo el orquestado y finísimo orden que Dios ha revelado en Su Palabra acerca de Su naturaleza, propósito y la salvación que hay en Cristo. Sin embargo, existen otros temas secundarios en los que la Escritura no es completamente dogmática, permitiendo saludable pluralidad en su interpretación, sin afectar lo esencial de la doctrina, y, por ende, la comunión entre los cristianos.

Estos serían solo algunos de estos temas secundarios:

  • Postura escatológica: ¿Amilenial, postmilenial o premilenial?
  • El anticristo: ¿Sistema político o una persona?
  • La Cena del Señor: ¿Se debe celebrar todos los domingos, una vez al mes o cada seis meses?
  • Alabanzas: ¿Salmos de la Biblia, himnario de tradición o cantos espirituales?

Estas son algunas cuestiones en los que ha habido pluralidad de opiniones a lo largo de la historia de la cristiandad y donde muchas iglesias adoptan convicciones particulares. No obstante, hoy día, estos son los temas en los cuáles los cristianos más se desgastan en contender con otros hermanos, trayendo confusión, resentimiento y división. Aún es mucho más triste encontrar fuertes discusiones e infames declaraciones sobre otros hermanos por temas que pueden ser considerados temas terciarios o asuntos de conciencia personal, tales como:

  • Vacunación contra el COVID 19.
  • Tatuajes y piercings.
  • Celebración de la Navidad
  • Partido político de preferencia.
  • Color de piel de las personas.
  • Preferencias de películas.

Tan solo basta con leer los comentarios en cualquier vídeo cristiano en Youtube o de un artículo de Coalición Por El Evangelio que pueda tocar este u otros temas similares para darnos cuenta que muchas veces no sabemos tratar a otros hermanos que tienen un pensamiento diferente respecto a las diversas posturas sobre estos temas.  Por el contrario, creemos que somos “los nuevos reformadores de la iglesia” y que nada puede impedir nuestra “santa cruzada” por la cristianización, aún a pesar de que maltratemos y denigremos con nuestras palabras y gestos a otros hermanos de opinión diferente. 

Madurez y unidad

Nuevamente, recordemos las Palabras de Pablo en la carta de los efesios:

“Hagan todo lo posible por mantenerse unidos en el Espíritu y enlazados mediante la paz.” (Efesios 4:3 NTV)

Dios, por medio del apóstol Pablo, nos llama a hacer todo lo posible para mantenernos unidos y en paz unos con otros. Reconozcamos que quienes siguen viviendo con un estilo de vida de contienda y necedad están en rebeldía contra el mandamiento de Dios. Nuestro llamado divino es crecer en la madurez y el amor de Cristo. Maltratar a nuestros hermanos que tienen una postura diferente a la nuestra en temas de poca trascendencia, o de múltiples perspectivas, es pecar contra Cristo, porque todo lo que hagamos contra su iglesia es hacerlo contra Él mismo (Hechos 9: 1 -5 comparar Mateo 25:40).

Miremos que Cristo mismo aceptó a personas para ser parte de sus escogidos que pensaban diametralmente opuesto los unos con los otros, como es el caso de Simón el Zelote, quien hacía parte de un grupo de judíos subversivos que estaban en contra de los romanos, y de Mateo, el publicano, quien era un judío que trabajaba para los romanos en el cobro de impuestos. Ambos eran legítimos discípulos de Cristo, ambos experimentaron la regeneración del Espíritu Santo, ambos estarán con Cristo sentados en tronos juzgando a las naciones y ambos eran amados y redimidos desde antes de la fundación del mundo. Así que ¿por qué permitir que las pecaminosas conductas del mundo entren en la dulce comunión que Dios nos ha concedido a través del evangelio? ¿Por qué desenfocarnos en nimiedades como estas y descuidar nuestra misión de predicar el evangelio y hacer discípulos para Cristo?

Es nuestra oración que puedas meditar en estas palabras, alejarte de un espíritu contencioso y abrazar a todos tus hermanos y hermanas en Cristo respetando las diferentes opiniones que no son esenciales para la comunión en la fe. San Agustín de Hipona dijo una vez: “en lo esencial unidad, en lo dudoso libertad, en toda caridad”.

Practiquemos la unidad con aquellos que comparten las mismas verdades esenciales. En lo que hay cierta diversidad de opiniones demos respeto y libertad, pero que en todo y con todos, no nos falte el amor y la caridad de Cristo.

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