Una cosa he pedido al Señor, y esa buscaré:
Que habite yo en la casa del Señor todos los días de mi vida,
Para contemplar la hermosura del Señor
Y para meditar en Su templo.
(Salmo 27:4 NBLA)
En una ocasión, tuve la oportunidad de llevar un mensaje a un grupo de personas que querían reunirse una vez por semana en las casas para hablar de la Palabra de Dios, pero no querían ir al lugar de reunión de la iglesia. Este salmo de David vino a mí mente, y pude explicarles la pasión por la cuál el rey David amaba ir al templo del Señor, porque allí él:
- Encontraba refugio en el día de la adversidad (Sal 27:3)
- Sería guardado de sus enemigos (Sal 27:6a)
- Ofrecería sus sacrificios a Dios con júbilo y cantos de alabanza (Sal. 27:6b)
Pero principalmente, porque allí buscaría al Señor del templo y contemplaría su hermosura, algo que indudablemente lo llevaría a una profunda meditación de sus perfecciones, y que producía en él un anhelo de vivir todos los días en la casa del Señor.
¿Estaría bien que ignoráramos estas palabras de David? Tenemos al mismo Señor que él tuvo, gozamos de una salvación inclusive mayor a la que Israel había recibido de sus enemigos del pasado, y todos ahora tenemos acceso directo a Dios por medio de la obra redentora de su Hijo ¡Podemos acercarnos con confianza y gozo a la presencia de Dios por la obra llena de gracia del Salvador! Es a la luz de estas verdades tan maravillosas que Hebreos nos exhorta a animar a nuestros hermanos y a no dejar de congregarnos como lo hacen algunos (He. 10: 19 – 25) y esto es lo que como iglesia vivimos cada vez que nos reunimos ¡Cuánto anhelo debería arder en nuestros corazones por congregarnos en la casa de Dios! No porque la iglesia sea el edificio dónde nos reunimos, sino porque en ese edificio ¡se reúne la iglesia! El templo del Dios viviente (Ef. 2: 18 – 22; 1 P. 2: 5; 1° Ti. 3: 15…)
Estas palabras deberían impulsarnos, no solo a congregarnos en nuestras iglesias locales, sino a anhelarlo apasionadamente y con devoción como David nos modela hacerlo, ¡porque es un encuentro maravilloso con nuestro grandioso Dios y Salvador! Estas palabras estremecieron el corazón de estas personas a quienes les compartí este mensaje porque tenían en muy poco el privilegio que tenemos de poder reunirnos y adorar al Señor en su casa junto con toda la familia de Dios, pero puede que aún con estas palabras, el tema de ir a la casa del Señor no tenga aún suficiente claridad para algunos, pues muchos van a la casa de Dios, pero con una actitud y proceder incorrecto, lo que nos lleva a la pregunta del cómo, es decir, ¿Cómo debería ser mí disposición cuándo me reúno en la casa del Señor?
La disposición correcta
Un día mientras revisaba las redes sociales, encontraba una pregunta de un hermano en Cristo que decía algo así:
¿Qué es más importante cuándo nos reunimos, que nosotros adoremos a Dios con nuestras alabanzas o que escuchemos su Palabra en la predicación?
Fue una pregunta que duró un buen tiempo en circulación en Twiter y que se llenaba de un gran número de respuestas en los comentarios, al rato aquél hermano respondió a su pregunta:
Efectivamente, ambas son importantes…
¡Y lo son! Es una respuesta que me gustaría que consideremos en este momento, si ambas cosas son importantes ¿Cómo sería la mejor manera de que nosotros apreciemos el congregarnos en la casa de Dios? Aquí señalo algunas implicaciones de lo que esto significa para nosotros hoy:
- Teniendo una gran expectativa de contemplar la hermosura del Señor manifiesta en todo el tiempo de la reunión: Esta expectativa empieza desde casa, inclusive, desde el día anterior. Saber que vamos a reunirnos delante del trono de Dios para contemplar mucho más la belleza de su amor y majestad en la obra y persona de Jesucristo ¡Debería mover nuestros corazones como ningúna otra cosa creada lo haría! No hay partido de futbol, banda de musica favorita, ni montaña rusa que pueda opacar la inmensa gloria que es contemplar al Dios Trino revelándose condescendientemente a su iglesia reunida cada día. Esta debería ser nuestra mayor vocación en la vida ¡Contemplar la hermosura de Aquel que nos creó y nos salvó! y cada reunión de su iglesia reunida provee oportunidades infinitas para que podamos contemplarle mejor cada día, es por medio de la iglesia, que Dios despliega su multiforme sabiduría y gracia a toda la creación (Ef. 3: 10 -12)
- Llegando puntuales para no perder ni un solo momento de adorar a Dios junto con nuestros hermanos y escuchar su voz en la Palabra cantada y predicada: Si todo es importante, deberíamos ser muy intencional en ser puntual con la llegada al lugar de reunión ¡No menospreciemos estar a las puertas de Su casa a tiempo! a veces Dios puede hablarnos de forma maravillosa tan solo en las palabras con las que se abre la reunión de la iglesia o ser bendecidos en gran manera con las canciones entonadas con toda la iglesia ¡No menospreciemos ningún momento ante Su presencia! Es a través de Su Palabra cantada y predicada en que nuestra fe y conocimiento en Él se afirman.
- Haciendo comunión con nuestros hermanos: No deberíamos irnos enseguida que se acabe el servicio, sin antes poder acercarnos a nuestros hermanos, en lo posible, de una forma más personal para animarles (o ser animado), como sea propicio ¡Ellos y nosotros somos la iglesia y el Señor habita con su gran familia! Él se manifiesta de formas inesperadas, desde un excelente sermón, como en las palabras sabias de una mujer mayor, o en el dulce gesto de un niño de la congregación. No sabes cómo Dios quiera utilizarte para manifestarse a través de tu vida a alguien, ni sabes cómo Dios quiera usar a alguien para hablar a tu vida, y la comunión al inicio y al final de los servicios en las iglesias, es una maravillosa oportunidad para ver a Dios actuar de una forma mucho más personal.
Una realidad maravillosa
De seguro hay muchas maneras más que no alcanzo a mencionar en cómo podemos mejorar la importancia y valor de nuestras reuniones como iglesia, no porque los pastores o líderes de una congregación nos exhortan a hacerlo constantemente, sino porque Cristo glorificado está en medio de su iglesia reunida (Lee Ap. 1: 12 – 16, 20 y mira lo que esos simbolos significan y su relación con Cristo) ¡Está es una realidad maravillosa que no podemos olvidar! y es un gozo poder contemplar su hermosura en el lugar dónde Él habita ¡Su preciosa iglesia! cómo cita el apóstol Pablo en su carta a los corintios:
…Porque nosotros somos el templo del Dios vivo, como Dios dijo:
«Habitaré en ellos, y andaré entre ellos;
Y seré su Dios, y ellos serán Mi pueblo. (2 Corintios 6:16 NBLA)