UN MUNDO CAÍDO Y UNA ESPERANZA BENDITA

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¿Alguna vez te has preguntado, por qué todo en el mundo parece estar mal? Esta es una pregunta legítima que muchos intentan ignorar. Es inevitable no cuestionarse cuando te detienes a reflexionar un poco en todo lo que sucede a diario en nuestras vidas y en la de los demás, sin embargo, esto tiene una respuesta en la Escritura, y es que vivimos en un mundo caído.

Cuando hablamos de un mundo caído, nos referimos a aquello que comenzó cuándo Adán y Eva pecaron contra Dios al transgredir su mandamiento, y por ello, toda la creación fue manchada por la corrupción, y sometida a maldición (Gn. 3: 17; Ro. 5:12) La autodestrucción y la muerte es el destino final que espera a todo lo creado, pues ha caído del diseño perfecto para lo cuál Dios lo había ideado.

Es por esto que la vida en este mundo está mayormente caracterizada por la hostilidad, ¡esto explica el porqué cada día el mundo se dirige rumbo a una degeneración continua! porque el hombre decidió, ¡y cada día decide escoger!, una vida alejada de Dios quién es Luz (1° Jn 5: 1) Verdad (Jn. 14: 6), y Fuente de Vida (Sal. 36:9) para seguir la oscuridad (Jn 3:19) la falsedad (Ro. 1:25) y la muerte (Pro. 14:12)

Por eso es que el mundo y todo lo que nos rodea no es lo que debería ser, porque ha caído el hombre y el mundo de su estado original, han pasado de un estado glorioso y bendecido en su comunión con Dios, a un estado de miseria, insatisfacción, sufrimiento y muerte.

Las frustraciones que nos impiden vivir en libertad, la decadencia de valores que abunda en nuestra sociedad, las enfermedades con las que muchos lidiamos frecuentemente, las presiones económicas que a veces sufrimos, y la partida de este mundo de nuestros seres queridos no son parte natural de la vida como muchos filósofos y pragmáticos buscan disfrazar, sino la evidencia de un m mundo perfecto que ha sido quebrantado.

Sin embargo, hay una esperanza gloriosa, un día este mundo de error que se descompone cada día como un cadáver sepultado en un ataúd, ¡será renovado en una nueva creación! El apóstol Pablo en su carta a los romanos afirma lo siguiente:

«Contra su propia voluntad, toda la creación quedó sujeta a la maldición de Dios. Sin embargo, con gran esperanza, la creación espera el día en que será liberada de la muerte y la descomposición, y se unirá a la gloria de los hijos de Dios.»
(Romanos 8:20‭-‬21 NTV)

Dios ha prometido que un día todo lo que se ha estado muriendo será revertido en vida, y la ruina que produjo nuestra separación de Dios, se tornará en prósperidad, abundancia y plenitud. Esta es la esperanza gloriosa del evangelio, la verdad que una y otra vez los apóstoles afirmaron creer y predicar. El apóstol Pablo dijo: Sin embargo, lo que ahora sufrimos no es nada comparado con la gloria que él nos revelará más adelante. (Ro. 8:18 NTV)  El apóstol Pedro le recordó a sus lectores: Pero nosotros esperamos con entusiasmo los cielos nuevos y la tierra nueva que él prometió, un mundo lleno de la justicia de Dios. (2 P. 3:13 NTV) y el apóstol Juan registró en sus visiones celestiales lo siguiente: Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido y también el mar. Oí una fuerte voz que salía del trono y decía: «¡Miren, el hogar de Dios ahora está entre su pueblo! Él vivirá con ellos, y ellos serán su pueblo. Dios mismo estará con ellos. Él les secará toda lágrima de los ojos, y no habrá más muerte ni tristeza ni llanto ni dolor. Todas esas cosas ya no existirán más». (Apocalipsis 21:1‭, ‬3‭-‬4 NTV)

Esta es la herencia que aguarda a los santos de Dios, aquellos que ponen su fe en Cristo para salvación, y perseveran en fidelidad a pesar de vivir en este mundo caído a través de los medios de gracia que Dios nos ha concedido hoy. 

Mi oración es que esta visión del futuro que nos ofrece la Escritura aliente nuestros corazones cabizbajos por las inclemencias del día a día, y que seamos motivados a seguir perseverando en la comunión continua con nuestro amado Dios y Salvador. 

Un día todo será como debió ser, y mientras esperamos, armemonos de valentía y afrontemos las dificultades que se nos presentan en el camino, porque muchas de ellas, en realidad, no mejorarán, hasta que Dios traiga Su Reino en toda su plenitud a la tierra.

«Espera con paciencia al Señor; sé valiente y esforzado; sí, espera al Señor con paciencia.» (Salmos 27:14 NTV)

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