EL ARTE PERDIDO DE LA MEDITACIÓN BÍBLICA

El arte perdido de la meditación bíblica

Mueves y mueves el pulgar hacia arriba sobre la pantalla de tu teléfono, esperando encontrar algo trascendente, transformador, alegre y real que cambie tu vida para siempre. Navegas por Instagram, Facebook, X, TikTok y YouTube, pero no hay ningún tema, producto o servicio que te cautive tanto el interés como para detenerte a ver. Realmente, le das la oportunidad de 2 a 5 segundos a una publicación, y si no te intriga lo suficiente, pasará a la historia del infinito scroll.  

Creo que el deseo de encontrar algo trascendente en tu vida es legítimo, algo que te transforme y que sea perdurable es deseable, algo que te libere de la desesperación y la ansiedad es entendible, pero el lugar dónde buscas no es el indicado ¿Podrías darle la oportunidad a un arte antiguo olvidado? ¿Podrías aguantar la tentación de ignorar este blog y terminar lo que quisiera compartirte hoy? El remedio que estás necesitando es el mismo que necesito yo, y el arte de la meditación bíblica nos ayudará a llegar a Él.

¿Qué es la meditación bíblica? 

Tengo que añadir bíblica porque hoy a muchas cosas se les llama meditación. No hablo de estar en una postura estática, de piernas cruzadas, repitiendo auummm… a tus adentros y sentirte que te unes a las energías del universo que te rodea. Te hablo de lo que Dios ha revelado en las Escrituras que le agrada, de lo que ha hecho el pueblo de Dios a lo largo de su existencia para reflexionar en quién es Dios y Su Palabra. Te hablo de lo que dice el salmista cuando escribe:

“¡Cuánto amo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. 

Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos,

Porque son míos para siempre. 

Tengo más discernimiento que todos mis maestros, 

Porque tus testimonios son mi meditación”. 

(Salmo 119:97–99, NBLA)

Muchos de los hombres y mujeres destacados de la Biblia ponían en práctica la meditación para conocer a Dios, incluyendo Isaac, Moisés, David y María, entre otros.  En la historia de la iglesia no fue la excepción. Hoy sabemos en gran manera de sana teología por las profundidades teológicas y espirituales a las que llegaron hombres como Atanasio, Agustin, Jan Hus, Lutero, Calvino, Jonathan Edwards, y muchos más por sus meditaciones en las Escrituras. 

Pero, ¿qué es la meditación? Thomas Watson lo definió así: “Meditación es el alma que se recluye (retira) para pensar seria y solemnemente en Dios, para que el corazón pueda elevarse hasta los afectos celestiales”.[1] De forma similar, el pastor Donald Whitney lo describe como un: “Pensamiento profundo sobre las verdades y realidades espirituales reveladas en las Escrituras con el propósito de comprenderlas, aplicarlas y orar”.[2]

Solo de esta manera podemos extraer lo esencial de las Escrituras, lo cual traerá mucho beneficio a nuestras vidas espirituales (Salmo 1:1-3). La Biblia está diseñada para ser nuestro mayor deleite, sostén y fortaleza cuando meditamos en ella de forma intencional y constante (Salmos 119:92-93). Lo que estamos buscando de aquí para allá, errantes en redes sociales, películas y series de TV, lo vamos a encontrar cuando meditemos en la Palabra de Dios en verdad.

¿Cómo hago para meditar en la Biblia? 

Grandes libros se han escrito sobre el tema, pero voy a redondear la respuesta en estas tres recomendaciones:

Escoge un lugar y hora apropiada

Meditar en las Escrituras requiere un esfuerzo por encontrar un lugar donde no tengas distracción y a una hora que pueda ser de mayor relajación y atención. Respecto a esto, el pastor Isaac Ambrose decía:

Algunos se encuentran con sus corazones en el marco de la mañana, otros obtienen sabiduría de sus [corazones] durante la noche, otros se encuentran con que la hora más adecuada es la que prefería Isaac, quien salía en la tarde a meditar (Gn. 24:63). Ninguna práctica de los demás puede determinar la nuestra en esta circunstancia; basta que apartemos el tiempo que es más apropiado para nosotros para llevar a cabo ese servicio… Juzgamos que la soledad y los lugares solitarios son los más convenientes para la meditación, especialmente, para la meditación planeada y solitaria. Así, encontramos que Jesús meditaba solo en el monte, Juan el Bautista en el desierto, David en su cama, Daniel en su casa, Isaac en el campo.[3]

Lee la Biblia y quédate allí en oración

No corras siguiendo el plan de lectura del año. Si hay un pasaje que leíste y llamó tu atención fuertemente, quédate allí. Considera meditar en esa verdad y permite que pase de tu mente a tu corazón. No queremos ser reconocidos por personas que leen la Biblia en un año, sino que la Biblia transforme lo más profundo de nuestros pensamientos y afectos.

No puedes ser el mismo al meditar en que en las manos de Dios están tus tiempos (Salmos 31:15), no podrías seguir pensando en pecar cuando meditas seriamente en que la consecuencia del pecado es corrupción y muerte (Gálatas 6:8), no puedes ser el mismo al meditar en que Dios escucha tu oración en lo secreto (Mateo 6:6) y que el Espíritu te ayuda en medio de tu debilidad cuando no sabes como orar bien (Romanos 8:26-27). Estas son verdades para quedarse un momento reflexionando en lo profundo de tu corazón y elevar una oración, ya sea de gratitud, alabanza, compromiso, arrepentimiento o súplica. 

Y si aún tienes tiempo y puedes continuar, sigue leyendo tu Biblia y pon en práctica el mismo procedimiento cuando encuentres otra cosas más que llama tu atención. 

Medita en toda la Biblia, pero principalmente en Cristo

Toda la Palabra de Dios es útil e inspirada por Dios, pero, si al meditar en ella, no crece nuestra  admiración y afectos por Cristo, hemos desperdiciado una oportunidad asombrosa para contemplarlo y ser transformado a Su imagen (2 Corintios 3:18) Todos los libros, acontecimientos y temas de la Biblia se relacionan con Él (Lucas 24:44 y Hebreos 1:2) ¡todo el Antiguo Testamento se trata de Él, y el Nuevo Testamento es sobre Él! Cristo es el centro de toda la Escritura y Él es la vida para el creyente (Colosenses 3:3 -4). Thomas Manton dijo una vez:

El evangelio llama a meditar. En el Antiguo Testamento veo que lo principal que se pide es meditar en la ley; en el evangelio, se nos dirige a un objeto nuevo: El amor de Cristo… (Ef. 3:17-19); ese es el estudio de los santos.[4]

El estudio de los santos es Cristo. Esto quiere decir que cada vez que nos acercamos a la Escritura en meditación es para encontrarnos con nuestro Salvador resucitado y con Su amor infinito. Deja que Su gloria y hermosura inunde tu corazón, que tus pensamientos sean endulzados por Su persona, obra y palabras, y así podrás encontrar la plenitud que tu alma necesita cada día, hasta el día que le podamos contemplar cara a cara sin ninguna restricción en la eternidad.El remedio que estás necesitando para curar tu culpa, aburrimiento, ansiedad, tristeza y desesperación es el mismo que necesito yo, ¡Cristo!, y la meditación bíblica te llevará a Él. Te invito a que lo puedas poner en práctica desde hoy.

1]  Tomado de Un cristiano en el monte (A Christian on the Mount) en Discursos sobre temas importantes e interesantes (Discourses on Important and Interesting Subjects) Tomo 1, 199-201.

2]  Tomado de Spiritual Disciplines for the Christian Life, rev. ed. (Colorado Springs: NavPress, 2014), 46.

3]  Tomado de Las primeras, medias y últimas cosas (Prima, Media, et Ultima or The First, Middle, and Last Things), 215-216, de dominio público.

4]  Tomado de Sermones sobre Génesis 24: 63 (Sermons upon Genesis 24: 63). En Las obras completas (The complete Works), Tomo 17, de dominio público.

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