Han pasado más de 500 años desde el día en que Martín Lutero publicó sus 95 tesis, y con ello, se detonó la revolución que ya años anteriores se estaba iniciando con varios pre reformadores que se atrevieron a poner en manifiesto un precedente en contra de las falsas enseñanzas y la opresión de las autoridades religiosas, Pedro Valdo, Jhon Wycliffe, Jan Huss y Girolamo Savonarola fueron los llamados pioneros de la reforma, la dedicación de estos hombres a su fe y a su trabajo fueron el semillero de lo que Lutero, y otros reformadores posteriores, cosecharon en abundancia.
En lo personal, estudiar la historia de la Reforma es algo apasionante, puedo pasar horas viendo documentales, leyendo libros y escuchando conferencias referentes a lo acontecido en aquel tiempo, no puedo dejar de ver a estos hombres como héroes patrióticos de nuestra fe, no me imagino lo que sería de la sociedad, de la ciencia y de la educación de nosotros hoy, si Dios no hubiese levantado a estas personas para llevar a cabo sus propósitos, ¡seguiríamos siendo esclavos de la ignorancia y de la tiranía religiosa de aquellos tiempos!, sin embargo, cuándo veo mi vida, y la iglesia de hoy, no puedo evitar afectarme al pensar ¿Qué valor o trascendencia tiene la Reforma para nosotros hoy en el siglo XXI? ¿Qué diferencia hay entre el recordar la Reforma hoy y el día de la independencia de mi país?
Muchas fueron las batallas teológicas que abordaron los reformadores en su controversia contra los dogmas de la iglesia católica y de muchos otros contrincantes contra la fe cristiana, recibimos un legado teológico invaluable como resultado de cada uno de estos enfrentamientos, tales como, la doctrina de la justificación por fe en Cristo, la doctrina de la salvación por gracia, la abolición del celibato, la traducción de la Biblia al lenguaje del pueblo, entre otras importantes hazañas históricas, sin embargo, detrás de todas estas contiendas de aquella época, había una única intención clara, esa intención era el foco e impulso de estos reformadores, era la razón por la cual ellos estaban dispuestos a morir, si era necesario, y esta intención era la de poner las Escrituras en el lugar de autoridad que le corresponde.
Por encima de toda opinión personal, autoridad estatal, autoridad religiosa o tradición histórica, las Escrituras ocupan el lugar de preeminencia, ella es la autoridad infalible, porque ella es la voz de Dios, y ¡Dios es Supremo ante toda su creación! (Hch. 5: 29) es por esto que se popularizó el lema protestante de Sola Escritura, un recordatorio de la verdad fundamental que debía ser aceptada por todo creyente en todo lugar y en todos los tiempos, ¡Las Escrituras son la suprema autoridad!
¿Qué tiene que ver esto con nosotros hoy?
Entendiendo lo que los reformadores buscaban, y los logros que ellos alcanzaron, ¿No debería ser estos días de celebración algo más que solamente una mirada al pasado? Recordar Sola Escritura no es algo que debería hacerse una vez al año, sino, algo en que todos los días de nuestras vidas deberíamos ser plenamente conscientes e intencionales en conformarnos. He considerado mencionar algunos de los tantos escenarios en que la iglesia de Cristo debería hoy ¡urgentemente! Colocar la autoridad de las Escrituras en el lugar que le corresponde.
- La oración: Sé que una manera sencilla de enseñar a orar a las personas es decirles háblale a Dios con tus propias palabras, Él escucha. Esta es una verdad asumida en el hecho de que Dios es omnisciente para entendernos y de que Él es lo suficientemente bueno como para escucharnos, pero ¿qué tal si aprendiéramos a orar con la Escritura? ¿Qué tal si pudiera la iglesia en sus reuniones, y cada creyente en sus casas, articular oraciones que fueran consistentes con la verdad bíblica? Para mí ha sido humillante muchas veces comparar mis oraciones tan banales y superficiales en mis devocionales personales, y en las reuniones de la iglesia, con las de personajes de la Biblia como Esdras, Daniel, Pablo, entre otros. Estas son algunos fragmentos de estas oraciones que me confrontan:
Estas oraciones están permeadas por verdades de la Escritura, estas peticiones son acordes a la voluntad de Dios ¡Necesitamos aprender a orar conforme a las Escrituras urgentemente!
- La predicación: Hoy día es impresionante ver que muchos predicadores suban al púlpito a predicar sin nunca abrir las Escrituras o exponer algún texto bíblico en sus sermones, sino que son enseñanzas que adquieren mientras ven una película de Netflix, un mensaje en la parte trasera de un carro, o de algún comentario que escucharon en las noticias, pero también, hay numerosos predicadores que abren la Biblia y predican textos sacados muchas veces de sus contextos para soportar sus ideas o justificar sus creencias personales con la Biblia ¡Ambas cosas son un sacrilegio contra la Palabra de Dios! La predicación debería estar saturada por la Escritura y su correcta exposición bíblica, no de anécdotas graciosas, pensamientos humanistas o testimonios de experiencias místicas. Ninguno de los sermones de los apóstoles y de los primeros discípulos estaban raquíticos de verdades bíblicas (Hch. 2: 14 – 42; 7: 1 – 54; 13: 16 – 48) y todos tenían un objetivo en común: Presentar evidencias de que Jesús es el Cristo, el Mesías y que en la fe en Su Nombre hay salvación (Hch. 17: 2 -3)
Sin la Escritura en la predicación, todo es vano, no nos diferenciamos de un grupo de fanáticos que se reúnen a hablar de la política, del clima o de las tendencias ¡Necesitamos que la Escritura sea expuesta, porque ella es la única que nos lleva a salvación y santificación! (2 Ti. 3: 15 – 17)
- Los cantos: Dios ama la alabanza de Su Pueblo, ¡Nos ha dado todo un libro de 150 capítulos en la Biblia para que nos quede bien claro!, pero la alabanza de la iglesia de hoy ha ido en un aumento musical exponencial, mientras que en verdades bíblicas va en una decadencia increíble ¡Olvidamos que la meta no debe ser la música! Ella es solo un medio, pero lo que en realidad nos llama la Biblia es a que la Palabra de Cristo habite abundantemente entre nosotros por medio de salmos, himnos y canciones espirituales (Col. 3: 16)
La Escritura debe estar en los labios del pueblo Señor cuando le alaba, este es un filtro esencial y básico para saber qué canciones cristianas no cantar, si no se conforma a la Escritura, si no dice nada acerca de la autorrevelación que Dios nos ha dado en Su Palabra, ¡Debería ser desechada! Necesitamos recuperar la Escritura en los cantos de la Iglesia.
- Los servidores: Por último, los servidores, o como también se les conoce, los ujieres o diáconos, son dones que Dios regala para que su iglesia pueda funcionar correctamente, pero hay una verdad que suele olvidarse cuándo se arma una nueva cuadrilla de trabajo o se sistematiza un nuevo proceso de logística, y es el hecho de que aún allí la Palabra de Dios es preeminente. En Hechos 6: 1 – 7 aparecen los primeros servidores (diáconos) de la iglesia primitiva, ellos no surgen porque hay un grupo de personas quejumbrosas ni tampoco porque hay que buscar que todos hagan algo dentro de la iglesia, la razón por la que surgen está en el verso 2, no es conveniente que descuidemos la Palabra de Dios, y el verso 7 nos dice que el resultado de dicho nombramiento fue precisamente eso: La palabra de Dios crecía y por ende los discípulos se multiplicaban en gran manera.
Si los servidores (de todo tipo en la iglesia) fueran más conscientes de que lo que hacen, no es para sentirse que son parte de algo, o para agradar a sus líderes y pastores, si no, que el fin de todo es que la Palabra de Dios sea predicada sin obstáculos ni limitaciones, y que, por lo tanto, producirá más almas que glorifican a Cristo, las iglesias hoy crecerían más en discípulos que en multitudes de inconversos y en procesos logísticos infinitos sin sentido.
Necesitamos volvernos al corazón de la Reforma, necesitamos volvernos a la autoridad infalible de la Palabra de Dios, necesitamos colocar la Biblia en el lugar que le corresponde y derribar a cualquier otro ídolo que hayamos puesto en el altar, ella es suficiente para todo lo que necesitamos y hacemos para agradar a Dios en la iglesia, en nuestros hogares, en nuestros trabajos y en todas partes, recordemos que Sola Escritura no es para un solo día de octubre, sino para todos los días que vivamos debajo del sol y por las eternidades sin fin.