MELODÍAS DE SALVACIÓN

Melodías de Salvación

La mayoría de personas recuerdan la Reforma como un tiempo en el que maravillosos teólogos y predicadores anunciaron fielmente lo que solo la Escritura enseñaba ¡Y esto es sin duda así! Gracias a Dios que hombres ordinarios fueron usados por Él extraordinariamente para traer de vuelta la luz de las Escrituras al corazón y mente de las personas, pero, no solo fue a través de la predicación y de tratados teológicos que la Palabra de Dios se arraigó en los corazones de las personas, también el canto de melodías ricas en la Escritura jugaron un papel fundamental.

Martin Luther (1483–1546) – painting by Workshop of Lucas Cranach the Elder (MET, 55.220.2) / Imagen: Wikimedia Commons

Martín Lutero no solo fue conocido por ser un predicador vehemente, también se le conoce como el padre de la música protestante. Se le dice así porque fue un revolucionario respecto al canto en la iglesia de aquél entonces. En las iglesias medievales sólo se cantaban cantos gregorianos y en latín ¡Un idioma que no era accesible para todo el mundo!, es decir, si eras parte del pueblo promedio (solo las personas académicas y con facilidades económicas aprendían el latín) tú ibas a una iglesia a escuchar al sacerdote cantar en un idioma desconocido en un tono extraño, y te perdías de la oportunidad de alabar a Dios junto con Su pueblo. Lutero vio esto como algo que debía ser reformado y escribió numerosos himnos en el idioma del pueblo a partir de melodías e instrumentos musicales contemporáneos a la época.

Martín Lutero no solo fue conocido por ser un predicador vehemente, también se le conoce como el padre de la música protestante. Se le dice así porque fue un revolucionario respecto al canto en la iglesia de aquél entonces. En las iglesias medievales sólo se cantaban cantos gregorianos y en latín ¡Un idioma que no era accesible para todo el mundo!, es decir, si eras parte del pueblo promedio (solo las personas académicas y con facilidades económicas aprendían el latín) tú ibas a una iglesia a escuchar al sacerdote cantar en un idioma desconocido en un tono extraño, y te perdías de la oportunidad de alabar a Dios junto con Su pueblo. Lutero vio esto como algo que debía ser reformado y escribió numerosos himnos en el idioma del pueblo a partir de melodías e instrumentos musicales contemporáneos a la época.

Esto hizo que el mensaje del evangelio resonara por toda Alemania, Europa y por varias partes del mundo ¡aún en nuestros días! Uno de sus himnos más famosos que se canta en todos los idiomas se llama Castillo Fuerte es Nuestro Dios. Un fragmento de su letra dice lo siguiente:

Castillo fuerte es nuestro Dios,
Defensa y buen escudo.
Con su poder nos librará
En todo trance agudo.
Con furia y con afán
Acósanos satán:
Por armas deja ver
Astucia y gran poder;
Cual él no hay en la tierra.

Nuestro valor es nada aquí,
Con él todo es perdido;
Mas con nosotros luchará
De Dios el escogido.
Es nuestro Rey Jesús,
El que venció en la cruz,
Señor y Salvador,
Y siendo El solo Dios,
El triunfa en la batalla.
No estamos en tiempos de la Reforma 

Es cierto, ya no estamos en ese tiempo, y gracias a Dios, muchas cosas son diferentes. Ahora podemos cantar en el idioma del pueblo e implementar variedades de instrumentos musicales, esto debería ser una cuna para obras mucho más maravillosas y enriquecedoras que las que alcanzó a escribir Lutero, y así ha sido, pero también ha sido cultivo para que este maravilloso don que Dios le ha dado al pueblo sea minimizado en su poder para transformar las vidas de personas y naciones enteras a través del canto. Aquí coloco cuatro cosas que, considero, que deberíamos estar atentos para no perder este medio tan hermoso para llevar la esperanza del evangelio hasta los confines de la tierra y proseguir con el espíritu de la reforma en nuestros días.

Necesitamos abrir nuestras Biblias: Necesitamos ir a las Escrituras para conocer a Dios, Sus atributos y obras. Necesitamos abrir nuestras Biblias y ver cómo adoraba el pueblo del Señor para aprender de ellos. Necesitamos ir a las Escrituras y recuperar lo que es verdaderamente importante en el canto de la iglesia cada vez que se reúne para alabarle. Estamos rodeados de una industria de música cristiana que constantemente está produciendo nuevas melodías, nuevas letras, nuevas agrupaciones y nos estamos dejando llevar por lo nuevo, lo fresco, lo innovador ¡No me mal interpretes! No tengo algo en contra de lo moderno y de lo creativo, pero no se puede ocultar que muchas de las canciones que se componen hoy para cantar en la iglesia carecen de riqueza bíblica, y por esto, el alma del pueblo queda vacía y no es alentada, consolada ni edificada cuando el pueblo se reúne a adorar. Pablo en Colosenses decía lo siguiente:

Que la palabra de Cristo habite en abundancia en ustedes, con toda sabiduría     enseñándose y amonestándose unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales, cantando a Dios con acción de gracias en sus corazones.  (Col 3:16. NBLA)

Lutero decía algo similar entre sus convicciones:

Tenemos la intención de seguir el ejemplo de los profetas y los antiguos Padres de la iglesia, y hacer una colección de un cierto número de salmos para la gente, para que la palabra de Dios se mantenga viva en sus corazones mediante el canto.

Cuando nos reunimos, nuestra intención debe ser que la Palabra de Dios habite en abundancia en nosotros, y que así la voz de Dios se mantenga viva en nuestros corazones. 

Necesitamos volver nuestra atención al pueblo del Señor: Como vimos anteriormente, una de las cosas que movió el corazón del reformador de Martín Lutero en aquel tiempo era el ver que la iglesia solo era espectadora del canto en la reunión de la iglesia, ya que su idioma estaba en latín. Esta preocupación surge del corazón de Dios quien quiere que su pueblo le adore, y que en dichos momentos, todo Su pueblo participe, desde el más adulto hasta el más pequeño. Mira cómo lo dice el siguiente salmo:

    Reyes de la tierra y todos los pueblos; 
    Príncipes y todos los jueces de la tierra; 
    Jóvenes y también vírgenes; 
    Los ancianos junto con los niños. 
    Alaben ellos el nombre del SEÑOR, 
    Porque solo Su nombre es exaltado; 
    Su gloria es sobre tierra y cielos. 
(Sal 148:11–13. NBLA)

Esto debe moldear definitivamente las canciones y melodías que escogemos para nuestros tiempos juntos de adoración. Tú (y tal vez tu equipo de adoración) debes entender que en la iglesia vamos todos como familia a adorar a nuestro Gran Dios y Salvador, y todas las voces que se reúnen cuentan para Dios. Por esto, aquellos que lideran el canto tienen que cambiar su perspectiva de solistas (permeada por el mundo, y por las nuevas corrientes de artistas cristianos) y no creerse que ellos son el centro de atención, que su voz tiene que ser la más oída y admirada en medio de la adoración. Realmente, lo más importante en ser oído debe ser la voz de todos los santos cantando a unísono al Único que es digno de ser exaltado en nuestras reuniones de adoración. 

Una pregunta que cambió mi perspectiva del ministerio, y de todo el equipo de adoración al que pertenezco, después de cada servicio a nuestra iglesia local fue la siguiente: ¿Cómo cantó la congregación?  Cada vez que terminaba un domingo solíamos enredarnos con discusiones sobre sonidos, destrezas, voces, etc. y, aunque aún solemos tener estas conversaciones, ya no nos roban la atención como antes de lo que es más importante: El canto congregacional. Dios desea que todo su pueblo le adore, y la reforma facilitó y debe facilitar hoy esta realidad.

Necesitamos mirar hacia el pasado para crecer en el presente: Si bien la Biblia es nuestro principal recurso para las canciones que deben ser entonadas en nuestras reuniones, tenemos también un rico almacén de salmos, himnos, y cantos que la iglesia, a lo largo de la historia, ha ido entonando a nuestro Dios eterno y que han superado el filtro de la Palabra y las barreras del tiempo. 

Hay himnos que fueron compuestos hace cientos de años que hoy pueden hablar fuertemente al corazón de la congregación en la que servimos, tales como Ante el trono celestial, oh tu fidelidad, estoy bien con mí Dios, etc. Y con esto no quiero decir que solamente debamos cantar dichos himnos, más bien, esto nos debe enseñar a cómo también componer o escoger canciones para el servicio de hoy y de mañana. 

Queremos canciones que hablen al corazón de la iglesia, que transformen su perspectiva del mundo al entender cómo la Palabra de Dios tiene una respuesta para su día a día y el legado de canciones que tiene la iglesia tiene mucho que enseñarnos. La Reforma no descartó el legado de los que anteriormente habían avanzado en su comprensión teológica sobre ciertos aspectos doctrinales, por el contrario, se acercó a ese legado y pudo continuar con el trabajo de varios hombres que allanaron el camino. Lo mismo debería suceder con el legado maravilloso de canciones que la iglesia posee actualmente.

Necesitamos ser Cristocéntricos en nuestra adoración corporativa: Por último, y no menos importante, está este asunto vital de Cristo presente en nuestras canciones. Esto es algo de lo cual ya he hablado anteriormente, pero no quiero desperdiciar este momento para expresar que si queremos que el canto de nuestra congregación mantenga el espíritu de la reforma, Solo Cristo, debemos exaltar al Cordero que fue inmolado por el beneficio de Su pueblo. Él es el tema de la alabanza celestial, cómo lo manifiesta Juan en su visión del cielo:

Cuando tomó el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero. Cada uno tenía un arpa y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos. Y cantaban un cántico nuevo, diciendo: 

«Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque Tú fuiste inmolado,
 y con Tu sangre compraste para Dios a gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación. 
            Y los has hecho un reino y sacerdotes para nuestro Dios; 
y reinarán sobre la tierra». 

Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono y de los seres vivientes y de los ancianos. El número de ellos era miríadas de miríadas, y millares de millares,  que decían a gran voz: 

«El Cordero que fue inmolado es digno de recibir el poder, 
las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la alabanza».
Y oí decir a toda cosa creada que está en el cielo, sobre la tierra, debajo de la tierra y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay: 

«Al que está sentado en el trono, y al Cordero, 
sea la alabanza, la honra, la gloria y el dominio
 por los siglos de los siglos».  
(Ap 5:8–13 NBLA)

Nuestras reuniones de adoración deben ser un vistazo del cielo en la tierra. Uno de los pastores de nuestra iglesia local, quien supervisa todo lo que se hace en el ministerio de la alabanza, tiene la siguiente convicción: Si un musulmán, o un judío se siente a gusto cantando nuestras canciones los domingos, hemos fracasado, porque eso solo sucede cuando no hablamos de Cristo y Su evangelio. Esta convicción ha moldeado mi manera de liderar y escoger canciones para nuestra iglesia, y espero que también pueda generar ese celo y deseo por proclamar el mensaje maravilloso del evangelio cuando tu iglesia local se reúne a adorar.

La única manera de que nuestros cantos se conviertan en melodías que traen salvación, es que el poder de Dios esté presente en nuestras canciones, y Su evangelio es el poder de Dios en acción para salvar a todo hombre (Ro. 1:16). 

Esperamos que haya sido de bendición esta lectura para tu vida, y que puedas orar para que la Reforma no solo visite nuestras iglesias en cuanto a sus doctrinas de la salvación y del tipo de predicación en nuestras reuniones, sino que afecte también el canto que entona la iglesia a Dios cada vez que se reúne, y que juntos, en todas las partes dónde se reúne la iglesia del Señor, podamos ser un instrumento que produce melodías que traen salvación y restauración a un mundo que perece urgido de nuestro Gran Dios y Salvador, Jesucristo.

SOLI DEO GLORIA

Visita el Blog https://blogcristoesfiel.wordpress.com/

Compartir Página

Facebook
Twitter
WhatsApp