Fue algo completamente inesperado. Al atravesar las puertas de aquel pequeño restaurante para celebrar mi cumpleaños junto a mi esposa, me encontré con un grupo selecto de amigos cercanos que se había reunido para sorprenderme. Lo que pensaba que sería una cena íntima con mi esposa se transformó en una grata celebración que ella había planeado cuidadosamente para darme una sorpresa.
Esto sucedió hace algunos años, y aún mantengo a esos amigos, pero he notado que con el tiempo nos hemos distanciado. Ya no compartimos como antes; las conversaciones profundas son escasas, y los momentos para reunirnos son aún más raros.
Durante este mes, dedicado al amor y la amistad, la sociedad suele celebrar estas dos cosas de manera superficial: cenas costosas, regalos extravagantes, fiestas y celebraciones desmesuradas. El verdadero significado del amor y la amistad parece haberse perdido en un mundo dominado por la trivialidad y el egoísmo. ¿No anhelan tu alma y corazón, una conexión genuina, un amor verdadero y una amistad inquebrantable? Yo sí.
Desde el principio de nuestra historia como humanidad, Dios nos ha mostrado la importancia de las relaciones significativas, enmarcadas en un amor duradero y con el enfoque correcto.
Después el Señor dijo: “No es bueno que el hombre esté solo. Haré una ayuda ideal para él,” Génesis 2:18
La creación de Eva como esposa de Adán simboliza la importancia del compañerismo y amor. En un principio era perfecto, pero todos conocemos la historia: Ellos se rebelaron contra Dios y el pecado entró al mundo, destruyendo el ideal de amor que el Señor había establecido.
Las consecuencias aún las estamos viviendo. Solo tienes que observar nuestra sociedad para ver los índices de divorcio, la violencia intrafamiliar, la infidelidad y numerosos problemas adicionales que se desprenden de esa rebelión inicial. Pero lo peor de todo, es que nuestra relación con Dios se quebrantó, imposibilitándonos acercarnos a Él y destinándonos a una eternidad en el infierno.
En medio de todo esto, es necesario enfocarnos en el verdadero significado del amor y la amistad. El amor de Dios, revelado en Jesucristo, sirve como el máximo modelo para todas las relaciones humanas. Este amor divino se caracteriza por varias cualidades:
Amor incondicional: El amor de Dios no está basado en el mérito humano. Es un amor que se extiende a toda persona que viene a Él en arrepentimiento y fe, aun cuando sus pecados hayan sido viles y despreciables. Esto es ejemplificado por el sacrificio de Jesús en la cruz, demostrando el amor de Dios para los más viles pecadores de la humanidad.
Amor sacrificial: El amor de Dios es tal, que está dispuesto a entregarlo todo, incluso hasta el punto de la muerte. Podemos ver esto en la encarnación de Cristo, quien dejó la gloria del cielo para convertirse en humano y finalmente morir por nuestros pecados.
Amor perdonador: El amor de Dios perdona y es misericordioso. Pese a nuestras muchas fallas y pecados, el Señor continúa amándonos y ofreciéndonos perdón. Jesús muestra esto en sus enseñanzas sobre el perdón y su disposición de perdonar aún a los que lo traicionaron o negaron.
Amor compasivo: El amor de Dios es compasivo y cuidador. A Dios le interesa profundamente nuestras necesidades. Siempre está dispuesto a ayudar y apoyarnos. Esto es notable en el ministerio de Jesús cuando sanó a los enfermos, alimentó a los hambrientos y consoló al afligido.
Luego de que Jesucristo resucitara y ascendiera al cielo, comienza la historia de la iglesia, cuya vida inicial se caracterizaba por ser una comunidad llena de amor, unidad y compartir, cosas que actualmente debemos imitar.
Todos los creyentes se dedicaban a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión fraternal, a participar juntos en las comidas (entre ellas la Cena del Señor), y a la oración… Todos los creyentes se reunían en un mismo lugar y compartían todo lo que tenían… Hechos 2:42-44
Es un gran gozo poder ver cómo el evangelio nos ayuda a enfocarnos para entender cómo debe verse el verdadero amor. Durante este mes, amado lector, te invito a reflexionar sobre las relaciones que tienes en tu vida y cómo el evangelio de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo puede transformar tu entendimiento de cómo debes practicar el amor y la amistad. Y sobre todo, y más importante, examinar si realmente te has arrepentido de tus pecados y has puesto tu fe en Jesucristo para salvación. Es tiempo de preguntarte si realmente tienes una verdadera relación de amor y amistad con Dios.