¿Cómo te sentirías si pasaras horas, días, meses o años, escribiendo un libro, un relato, un poemario, una novela o algún otro tipo de escrito, y que cuándo lo presentes al público, las personas se pierdan en todos los detalles superficiales de tu obra, menos en lo que realmente querías transmitir a través de tu escrito?
Creo que eso mismo sucede con Dios, cuándo muchas personas leen el libro que Él inspiró y nos perdemos en muchísimos detalles, ignorando lo más importante que quería transmitir Su Autor, el propósito para lo cuál se escribió. La Biblia fue escrita para darnos una revelación suficiente de Dios, un destello de Su majestuosa gloria, una prueba de Su amor inagotable, Una verdad que perdura para siempre, todo esto y más, reunido en la Persona, Obra y Nombre de Jesucristo.
En una ocasión Jesús acusaba a los Fariseos de su manera de leer las Escrituras, es decir, todo el Antiguo Testamento, y Él pronunció las siguientes Palabras:
Con esto Jesús les decía a ellos, y nos dice a nosotros, que hay muchas maneras equivocadas de leer las Escrituras, cuando perdemos de vista de que todas ellas señalan y apuntan hacia Él.
Quitemos la atención de Cristo de nuestro estudio de las Escrituras, y ya sabemos lo que pasará, pues es el mismo error que se ha repetido infinidades de veces en la historia. Prescindir de Cristo en las Escrituras solo nos conducirá a considerar la Biblia como un libro de historias legendarias y moralistas; sin Cristo, la Biblia nos deja abandonados a una religión imposible de cumplir, sin Cristo, la humanidad está desesperadamente condenada ante el elevado estándar moral de Dios, sin Cristo, no hay descanso a nuestra conciencia culpable cada vez que caemos en nuestras más bajas pasiones, sin Cristo tendremos una revelación incompleta de la gloria y persona de Dios, y sin Cristo, no hay cielo, porque el cielo es un lugar de eterno deleite y continuo gozo solo porque Cristo, nuestro Pastor, estará con nosotros para siempre.
Lo que hoy conocemos como el Antiguo Testamento, tiene solamente su pleno cumplimiento y total materialización en la Persona, Obra y Nombre de Jesucristo, Él es el Principio y el Fin de toda la revelación de Dios a la creación.
En aquella ocasión cuándo Jesús resucitado de entre los muertos se aparecía a sus discípulos, Él expresó lo siguiente:
Y notemos que horas antes, se había aparecido también a dos de sus discípulos en el camino, y…
Con esto, Jesús mismo declara que toda la Escritura, es decir, el Pentateuco, los libros de Sabiduría y los Profetas, tienen un propósito único: revelarnos quién es Él y cómo las promesas de Dios se cumplen en Él.
Los apóstoles, la iglesia primitiva, y los primeros creyentes de la historia se dedicaban a escudriñar las Escrituras, porque ellas daban el auténtico y poderoso testimonio de Cristo. Fue así como se llegaron a desarrollar las principales doctrinas que sostienen nuestra fe, y fue así como muchas personas fueron salvadas; las impactantes predicaciones de Pedro, Esteban y Pablo registradas en el libro de los Hechos así lo confirman (Hch. 2: 14 – 41; 7: 1 – 59; 13: 16 – 43)
Nuestra tarea hoy es la misma de aquellos primeros creyentes, escudriñar y predicar al Mesías del que tanto se habla en la Ley, los Salmos y Los Profetas, esta es la maravillosa vocación que el cristiano ha heredado de parte de Dios. Para muchos el Antiguo Testamento es solo historia del ayer, para nosotros, es una mina de tesoro de dónde podemos extraer las inmensurables riquezas de Cristo y gustar de las benditas promesas que hemos recibido en Él.