¿DE QUÉ HABLA EL LIBRO DE SALMOS?

¿De Qué Habla El Libro De Salmos

El libro de los Salmos ha sido uno de los libros más queridos a lo largo de la historia del pueblo de Dios. Personalmente, podría dar fe de que son ciertas las palabras de Martín Lutero cuando dijo que los Salmos eran una “pequeña Biblia” debido a que encontramos la gran mayoría (por no decir todos) los grandes temas de la Biblia que van desde Génesis hasta Apocalipsis. No creo que sea posible contemplar la belleza de las Escrituras e ignorar lo que dicen los Salmos, porque es sin duda el libro más citado en el Nuevo Testamento, y ha sido el libro en que más autores inspirados contribuyeron en su composición.

¿De qué habla el libro de los Salmos?

El libro se asimila a un microcosmo de todo lo que la Escritura enseña, pero para ser concisos, podemos destacar tres elementos:

  • De los cantos del pueblo de Dios.
  • De una relación viva con Dios.
  • De la esperanza de un Rey venidero.

Los Salmos tratan sobre los cantos del pueblo de Dios.

En sus Reflexiones sobre los Salmos, C. S. Lewis comentó:

 “Los Salmos son poemas, y poemas para ser cantados: no son tratados doctrinales, ni siquiera sermones. Deben leerse como poemas para poder entenderlos, de lo contrario perderemos lo que hay en ellos y pensaremos ver lo que no es”.

Estoy de acuerdo, pero no quisiera que la gente pensara, que al ser poemas para ser cantados, (canciones), los Salmos no tienen nada que enseñarnos sobre la naturaleza de Dios, el ser humano, la gravedad del pecado, la salvación de Dios y de las últimas cosas que nos aguardan. Hay una gran diferencia entre los Salmos de la Escritura y cualquier canción que hayamos cantado o escuchado.  Los Salmos fueron inspirados por Dios (2 Ti. 3:16) y a través de ellos conocemos más al Señor, Sus palabras penetran nuestros corazones, producen vida espiritual en la sequía de nuestra alma y generan transformaciones profundas y perdurables.

Si has invertido tiempo leyendo los Salmos, notarás que en ellos se encuentran diversas formas en cómo Dios nos habla. A veces lo hace de forma implícita a través de las palabras de un salmista (Sal. 23:1) y en otras ocasiones lo hace en primera persona, declarando sentencias proféticas y sólidas promesas con tanta claridad que tienen el mismo poder e intensidad que cualquier libro profético o del mismo Cristo en el Nuevo Testamento (Sal. 46:10; Sal. 75:2).

Es inevitable no sentir el estremecimiento de escuchar Su voz en estos Salmos, revelando a Su pueblo mucho más sobre Su persona y portentosas obras, pero lo que tal vez sea más asombroso, es que esta auto revelación suya sea parte de una canción que Él inspiró para que fuera entonada millones de veces por los Israelitas, y por herencia, la iglesia de Cristo.

Los cantos del pueblo de Dios siempre han tenido la intención de concientizarnos de quién es el Señor, de no olvidar Sus maravillosos actos de salvación y de esperar en Sus promesas que aún aguardan por materializarse (Col. 3:16). Entonces, aunque son poemas para ser cantados, ¡no dejan de ser las preciosas palabras inspiradas por Dios!

Los Salmos se tratan de una relación viva con Dios.

Además de ser un registro de canciones del pueblo de Dios, los Salmos son también un libro que comprende oraciones íntimas y honestas de diferentes hombres de Dios a lo largo de la historia. En algún momento, todo cristiano sincero ha experimentado las consecuencias de vivir en un mundo caído, ya sea por su propio pecado, por el de alguien más, o por cualquier otra cosa, y cuando este momento llega, muchas veces no hay ideas claras, sentimientos nobles ni palabras elocuentes que broten de nuestro corazón para orar a Dios. De hecho, ¡muchas veces ni siquiera queremos hablar! Es ahí cuando los Salmos se convierten en un maravilloso recurso para nuestro caminar.

Los Salmos ponen palabras en nuestros labios en oración, abre la compuerta del estanque de nuestros reprimidos sentimientos, y trae un bálsamo de Dios que cura nuestro más profundo dolor. Podemos identificarnos con las palabras de Asaf cuando decía en su tribulación: “Oh Dios, ¿por qué nos has rechazado para siempre?” (Sal. 74:1); con las palabras de los hijos de Coré cuando clamaban al Señor diciendo: “¿Por qué escondes de mí tu rostro?” (Sal. 88:14); y con David cuando expresaba: “Oh Señor, Dios mío, en Ti me refugio; Sálvame de todo el que me persigue, y líbrame” (Sal. 7:1).

Los Salmos nos invitan a acercarnos a Dios de una forma vívida y real, ¡nada de apariencias religiosas y vanas repeticiones! Nos dejan ver que es válido que el pueblo de Dios experimente en la presencia del Señor gozo, tristeza, sufrimiento, victoria, lamentos, duelos, e incertidumbres, con la seguridad de que Él nos está escuchando, de que no nos abandonará ni nos destruirá al derramar nuestra alma ante Él (Sal. 62:8; Sal. 142: 1-2).

En mi experiencia, los Salmos han sido una ayuda increíble en todas las temporadas de la vida. Recuerdo que una vez, en medio de una terrible aflicción, oraba y leía los Salmos, y encontré que hubo alguien en un momento de su caminar con Dios que había vivido lo que yo estaba viviendo y que experimentó los sentimientos que estaba sintiendo. En ese momento tuve el privilegiado acceso a la oración íntima de esta persona y pude ver cómo lidió en oración con su dolor poniendo su esperanza en Dios. Esta fue la respuesta que mi alma tanto anhelaba recibir. Ningún consejo humano había podido calmar mi ansiedad en ese momento, sin embargo, lo más impactante fue que este Salmo era una oración que apuntaba a los padecimientos que el Mesías experimentó en medio de este mundo, lo cual me lleva al último punto.

Los Salmos se tratan de la esperanza de un Rey venidero.

Algunos teólogos han afirmado que los dos primeros Salmos son en realidad una introducción al libro en dos partes, ya que hablan básicamente del destino de los justos y de los impíos, y de un Rey Ungido que Dios mismo ha establecido, quién heredará todas las naciones, quien traerá juicio sobre la tierra y que al mismo tiempo es Su Hijo (Sal. 2: 6-9).

Los autores de los Salmos escribían siendo inspirados por Dios, y el Espíritu Santo los usaba para profetizar sobre el futuro Rey mesiánico que vendría a rescatar a la nación de sus más poderosos enemigos: el pecado, la muerte y el diablo (Hch. 2:22-31). Además de lo que aparece en el Salmo 2, los Salmos nos hablan de que este futuro Rey:

  • Es Dios mismo encarnado (Sal. 45: 6-7)
  • Sería traicionado por un amigo (Sal. 41:9)
  • Sería quebrantado por pecadores (Sal. 22:16-18)
  • Vencería la muerte (Sal. 16:10)
  • Ascendería a los cielos (Sal. 68:18)
  • Se sentaría a la diestra de Dios (Sal. 110:1)
  • Traería verdadera justicia y sería exaltado para siempre (Sal. 72), entre muchas cosas más…

Los Salmos tratan de Jesús, Él mismo lo afirmó a sus apóstoles cuando resucitó (Lc. 24:44) Él era y es la esperanza del pueblo de Dios, Él es el consuelo que brinda Dios a Su pueblo cuando sufre en este mundo quebrado por el pecado, Él es el Salvador que viene a rescatarnos de los malvados y Su reinado es la consumación de todas las promesas de Dios para Su creación.

Espero que con estas verdades, puedas considerar pasar un buen tiempo en los Salmos en tu lectura de la Palabra y oración. Con los Salmos podemos atravesar todos los valles y montañas de esta vida con Jesús, cantando las canciones de Jesús, orando Sus oraciones y esperando Sus promesas.

No logro poner aquí todo lo que los Salmos significan para Dios y para Su pueblo, por lo que te animo a que puedas acceder a buenos recursos para seguir profundizando en ello, y que puedas iniciar el curso virtual de Teología y Biblia que ofrecemos completamente gratis para que puedas crecer mucho más en el conocimiento de este y los demás libros de la Biblia.

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